Benalúa 2009

lunes, 5 de enero de 2009

Estimados lectores y amigos del barrio de Benalúa:

En primer lugar, quisiéramos felicitaros el nuevo año que comienza e invitaros a recorrer retrospectivamente el barrio de Benalúa a través de los hallazgos del pasado año 2008, donde la labor de recopilación y recuperación de la historia del barrio de las primeras dieciséis casas y los  200 accionistas nos ha llevado a volver a visitar edificios como el parque-escuela de los jesuitas, o los coquetos chalés y jardines benaluenses, entre los que destaca uno especialmente, por convertirse el hogar donde mora nuestro querido y salvado ficus, el Chalé de Grau. Durante el pasado año, nos reecontramos con los edificios donde vivieron los Oscar Esplá, Miró, Figueras, Salvador Magro, Carlos Van Der Hofstadt o el inefable Prytz, con una casa ya ubicada en el espacio, y una leyenda atemporal junto a la siempre enigmática Clínica Carbonell, futuro solar donde jugaron y convivieron las Teresianas. Juntos, conocimos el barrio de las escuelas del implacable Maestro Flores, de la genial visión alargada de Gastón Castelló, teatral polígono que pasa de Campoamor a Arniches y del jardín botánico a la CAM.


El barrio de Benalúa luminoso de Establier, de Rovira, que ansía atrapar lo que le fue arrebatado, como hiciera antaño don Liberato en su búsqueda y recuperación de la placa de la placeta, o como realizamos ahora nosotros (y el 20minutos) con el templete original. Búsqueda romántica e infructosa dentro de nuestro barrio vertebrador y aglutinador de otros, como el barrio de José Antonio de calles para el olvido, el barrio del Cuerno, el desconocio Pérez Cossio, o Fourcade y Provot,  conjunto industrial que se instaló en las proximidades del barrio, justo al otro lado de la calle Antigones, que mira al mar desde su propia playa, hacia donde todavía parecen dirigirse sus harineras de futuro incierto observadas desde las gloriosas chimeneas de ladrillo fotografiadas eternamente por Carles Vela, gigantes atalayas que se ubican en esa zona sur que pronto gozará de nuevas calles.

Benalúa de viviendas tradicionales (unas destruidas, otras restauradas) y de pinos arrancada, de estación con nombre propio abandonada (también, como la iglesia originalpasto de las llamas) fotografiada de mano de valientes como Óscar Martín o Pedro J. Zamora o José Carlos Mtnez, donde todavía pasea por sus calles de tiralíneas el Artista con mayúsculas: Remigio Soler, con quien disfrutamos de una más que estupenda mañana y quien no sólo se ha dedicado a ganr primeros premios con la hoguera del barrio. Barrio que esquiva las nubes tóxicas y el aire de arena jugando en el barranco y el velódromo, de la misma manera que los nuevos artistas cubren de arte urbano la ciudad. Y entre medias, la Benalúa decadente de deslumbrante oscuridad; el barrio de la estación (aka Casa del Mediterráneo) y el colegio abandonados a su suerte, que se resisten al olvido, a transfigurarse en locales malditos, a acabar siendo proyectos obsoletos. Un barrio unido que lucha por su nuevo centro de salud, por su centro comunitario, por conseguir carril bici, por trocar en vez de comprar, estableciéndose entre el Parque Mediterráneo y el bulevar del corredor sur alicantino; por volver a ser tan importante para la ciudad como lo ha sido siempre. Porque la esencia benaluense, la que consigue que este barrio esté tocado por una varita mágica, esa nunca la ha perdido en 125 años de historia.

Gracias a todos los que hacéis que esto sea posible.
Feliz y próspero año nuevo a todos.
Ernesto Martín y Rubén Bodewig
www.barriodebenalua.es

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1 comentarios:

Anónimo dijo...

No había visto el artículo de los pinos.

Increíble lo estupidos que podemos llegar a ser. Esos pinos hoy en día serían tremendos. Y darían sombra a medio barrio.

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