Remigio Soler: historia viva de Benalúa

jueves, 21 de febrero de 2008

Remigio Soler López es el artista benaluense por excelencia. Él es parte intrínseca de la historia artística, cultural y fogueril de la segunda mitad del Siglo XX en Benalúa y en Alicante.

Nació en Alicante, e inicialmente vivió en el casco antiguo, hasta que quedó solo en el mundo cuando apenas levantaba cuatro palmos del suelo, y desde entonces se vio obligado a resolver su porvenir, aunque para ello sólo contaba con el mérito y el vigor de sus inquietudes.
Tuvo que partir a Barcelona en los años de la postguerra, viviendo las penurias propias de aquel momento tan duro en España.
Cómo nació en él la idea de convertirse en artista no lo sabemos. Tampoco lo sabe él, pero el aprendiz de escultores y pintores, el muchachito que cada mañana se encontraba frente a la vida y los azares, fue asimilando sin prisas, con entusiasmo y con fe.

En la la capital catalana inició su formación artística, que continuó posteriormente cuando, a los 18 años, volvió a Alicante, y quedó tan prendado de Benalúa que, tres años más tarde, decidió venir a vivir definitivamente a la calle Arquitecto Guardiola, una de las que él considera mejores calles.

Este titular abría un reportaje sobre el artista en el Diario Información el 19 de Mayo de 1960

Desde entonces hasta ahora, el interés por conocer las raíces de Benalúa, la idiosincrasia de sus moradores, el pálpito cultural, artístico y deportivo e incluso la industria, ha hecho de Remigio Soler un auténtico enamorado de este barrio, en el que contrajo matrimonio y en el que nacieron sus hijos.
Al hablar con él es irremediable que su condición de artista acabe tiñendo cualquier rasgo de la conversación, lo que hace ver a cualquiera que tiene un espíritu inundado por el arte.
Hasta en la vida diaria del barrio, Remigio trataba de aportar el arte que lleva dentro, y colaboraba junto a los vecinos en la exitosa decoración festiva de su calle, consiguiendo en muchas ocasiones el primer premio.

Remigio Soler, de joven, junto a unas figuras de ángeles.
Juegos por parejas en la calle Arquitecto Guardiola engalanada para hogueras. El del centro de la imagen es Remigio Soler.

Los restos del templete esparcidos por la Plaza de Benalúa. Don Remigio Soler posa frente a ellos, es el segundo por la derecha.

Recuerdos de Benalúa:

"Muy cerca del taller donde trabajaba conocí el estudio de un gran maestro de la escultura en piedra: Pepe Gutiérrez, quien marcó muy fuerte en mi vida su técnica inigualable del modelado y dibujo. Hoy, por suerte, aunque no en Benalúa, lo tenemos entre nosotros". "Guardo un grato recuerdo de un maestro ebanista que tenía el taller en la calle Maestro Flores, a quien todo el barrio conocía como el señor Emilio. Una gran persona y un auténtico artista en su género que se dedicaba más a favorecer a todo el mundo que a su profesión, que era de lo que vivía. El recuerdo físico que guardo de él es una piedra de afilar, de agua, que es tan buena como fue su dueño. Y la guardo con mucho cariño."

"Tuve la gran suerte de conocer en el barrio un santuario del arte. Me impresionaron tanto las obras que allí se hacían y la fuerte personalidad de sus creadores, los hermanos Rafael y Fulgencio Blanco, que decidí trabajar con ellos a cambio de nada, solamente para aprender todo lo que hoy conozco y que nunca podré agradecérselo".
"Otro gran maestro muy querido, que también dejó huella en mí fue Juan Lloret, padre del actual pintor Edmundo Lloret. Jamás conocí a nadie que dibujara y pintara ocn más precisión y plasmara en su obra el dominio de varias técnicas. Yo tuve la suerte de contemplarlo casi a diario, cuando realizaba su obra, hasta sus últimos días".

A Remigio siempre le llamaron la atención cuatro edificios singulares: la Escuela de Trabajo (desaparecida en los 80), el Asilo, el cuartel (desaparecido en los últimos años) y el Reformatorio de Adultos (convertido en juzgados).
Él propuso en alguna entrevista sobre la antigua prisión, que "sería bonito que el edificio de la cárcel se pudiera convertir en un museo sin que perdiera la estética de su construcción, pero dándole otro aire a la parte interior. Se podría realizar una exposición permanente de escultura al aire libre, con salas para exposiciones e incluso instalar una academia de bellas artes."
En cuanto al cuartel, para él "lo ideal hubiera sido ideal para crear espacios amplios de zona verde, de las que el barrio siempre ha estado tan necesitado."

Remigio en 1986

Remigio Soler y José Antonio Cía en 1985
Remigio Soler nos abrió sus recuerdos amablemente, y nos hizo viajar en el tiempo a través de sus palabras.

Carrera artística:

El rumbo de Remigio estaba marcado. Le atraía el dibujo, la talla, le gustaba maniobrar con el barro para adquirir la técnica del modelaje...
Pintaba lo que veía y se imaginaba sobre cualquier papel o cartón, porque para él siempe estaban muy caros los lienzos.
Sus inquietudes y esperanzas de incorporarse al gran mundo del arte le llevaron a ingresar en la escuela de Bellas Artes de Alicante, situada en la Rambla, y recibió clases bajo la supervisión de los conocidos pintores alicantinos Perezgil, Valdés y Baeza.

Una vez, con ocasión del final de curso, hicieron una exposición de las mejores obras de los alumnos. Remigio había logrado sobresaliente en dibujo y en pintura, pero sus obras no podían ser presentadas al público porque se habían hecho sobre el papel que se empleaba para envolver pescado. Pero el trabajo estaba hecho a satisfacción del profesorado y el premio estaba justificado.
Durante tres años consecutivos concurrió a las aulas de este centro, y su aprendizaje fue un curso de perfecta asimilación hasta tal punto lograda que mereció calificaciones de excepción, sin duda alguna, merecidas.
Cuando algún día se escriba la biografía de este artista alicantino, habrá que reseñar estas circunstancias de su paso por la Escuela de Bellas Artes, único centro de formación por el que pasó, siendo expulsado finalmente por tener unas ideas y estilo propios y no encuadrarse dentro del academicismo que imperaba en la época. Sin embargo, se le debe considerar como uno de los más brillantes alumnos de la entidad alicantina.
Probablemente, este hecho marcó su vida y su trayectoria profesional, puesto que desarrolló su carácter único y personal sin ningún tipo de barrera, tanto en el ámbito del arte como en el personal. Esto le abrió muchas puertas, y le permitió un reconocimiento en el exterior, que nunca cuajó como fue debido en su ciudad.

Así inició su carrera autárquica en el mundo del arte, teniendo su cuartel general en Benalúa. Aquí comenzó a realizar tallas de madera, pinturas, dibujos... plasmando en ellos su sugerente imaginación, y creando una obra de una magnitud que pocos se imaginan.

Posteriormente vuelve a Barcelona algún tiempo, donde amplía conocimientos con buenos maestros hasta adquirir una vasta experiencia. Le atrae la pintura, pero tras algunos titubeos, descubre que su vocación está en la escultura, perfeccionándose en tallas de madera y dentro de este campo se especializa en imaginería religiosa.

Al regresar a la terreta, Soler trabaja en el taller de los hermanos Blanco hasta considerar que puede "independizarse artísticamente".





Artículos del información sobre la faceta de artista de imaginería de Remigio Soler.


La incursión en las Hogueras:

En el año 1960, plantó su primera hoguera, y la prensa presentaba a Remigio Soler al público del siguiente modo:
"Presentamos a ustedes a un artista: Remigio Soler López; alicantino, joven, autodidacta. De una modestia ejemplarizadora, le quita mérito a lo que hace y casi casi le asusta la idea de la fama y la popularidad.".

Remigio en su taller de hogueras, en San Vicente.

Primeros premios ganados con monumentos hechos por Remigio.


Dos artículos sobre Remigio Soler de 1965 y 1971

A Remigio le faltaba, sin duda, una nueva experiencia: construir hogueras. La intensidad con que se vivía esta fiesta, y la posibilidad de crear unas inmensas obras de arte efímeras le atrajo muchísimo, puesto que renunció a otros trabajos que le habrían dado mucho más dinero con tal de participar en una "plantà".

Comenzó en su propia calle Guardiola como un vecino más que ayudaba con la decoración. Durante cuatro años colaboró en la realización de numerosos adornos que entusiasmaron a alicantinos y visitantes que acudieron a contemplar su calle adornada.
Aunque no quiere reconocerlo, ya entonces se advirtió sobremanera el "toque" artístico que imprimió su mano. Las calles de los abanicos, en homenaje al Maestro Flores, o la de las panderetas, o la de los pueblos de Valencia, con 30.000 naranjas y otros tantos limones, con sus respectivas ramas y hojas, quedaron en el recuerdo de etodos los benaluenses como algo imposible de imitar.

Se adentró también, casi sin darse cuenta, en el mundo de las Hogueras alicantinas, donde obtuvo una válvula de escape para su trayectoria artística.
Lejos de iniciarse con pequeñeces, el pintor-escultor comenzó esta actividad por lo grande, precisamente en el distrito de los primeros premios: Benalúa, el barrio de las hogueras gigantes.

Como todo en este hombre parece que debe ser singular, construyó la hoguera con absoluta independencia respecto al empleo de carpinteros, modelistas y decoradores, por no citar todas y cada una de las especialidades precisas. Dirigió completamente su primera hoguera, comenzando por la realización del boceto y su definitiva proyección.
En su primer monumento foguerer ("Don Quijote y la actualidad") aparecieron nada menos que 44 ninots, y midió 17 metros de alto. Algo asombroso para el momento.

Obtuvo muchísimos éxitos y premios como constructor, y alcanzó gran renombre y prestigio en el mundo de las hogueras, llegando hasta a plantear nuevos conceptos de monumentos, con una parte que se quemara y representara lo negativo que queremos purificar, y otra con globos que al quemarse sus hilos, salieran volando hacia el cielo y representara todo lo positivo que deseamos.
Con su labor como artista foguerer llegaron grandes éxitos. Los primeros premios de Categoría Especial de 1966 ("El progreso es todo") y 1976 ("Contaminación") en Benalúa; 1973 ("Mitología") con Mercado Central. Incluso tuvo el privilegio de levantar el monumento oficial en la Plaza del Ayuntamiento en el año 1967 con "El ejemplo de los padres" y en 1975 con "Cuento Alicantino".
También formó parte del mundo de las hogueras, en jurados y comisiones.

Remigio Soler, hoy:

Durante años sus obras han viajado por centenares de lugares, incluso con exposiciones monográficas, y ha conseguido hasta tener expuesta hasta una obra en un museo del Vaticano.

Lamentablemente, el dicho de que "nadie es profeta en su tierra", con Remigio se ilustra perfectamente. Nunca ha recibido ningún reconocimiento a su trabajo y su obra. No se cuenta con él para convocatorias oficiales, jurados, conjuntos escultóricos o monumentos...
Es un artista histórico de la ciudad, que hoy vive dedicado a su obra, y desencantado con la actitud de la administración y el Ayuntamiento, que olvidan a este artista en activo sin ninguna explicación.
Remigio propuso crear una escuela-taller para jóvenes escultores alicantinos.

En la Calle Alberola, número 9, Remigio y su mujer tienen una agradable tienda de manualidades, y en la que los benaluenses se han reunido durante años para aprender técnicas de pintura y decoración.
¡Os recomendamos acudir a ellos cuando queráis hacer alguna incursión en el arte!

El matrimonio Soler, dando los últimos retoques a una hoguera en 1976

Perteneció al conocido como "triunvirato" de las hogueras gigantes, elaboradas por Marco, Pantoja y el propio Soler.

Remigio relata por qué no salió nunca de Benalúa: "En la calle Guardiola conocí, entre otras personas, a una chiquilla flaca de 13 años, más negra que una ciruela, llamada María teresa; se acercó a mí y me dijo: "Si quieres te echo una mano". Y a la fuerza de ella echarme una mano, yo le eché la otra y, tras siete años de relaciones, nos casamos. Echándonos los dos una mano, nacieron nuestros cuatro hijos: Isabel, María José, María Teresa y Remigio, todo esto sin salir del barrio. Hoy seguimos echándonos una mano con la misma ilusión".

Su mujer es su gran pilar de apoyo y su historia de pareja de barrio merecería escribirla para ser contada en la posteridad, cuando pasen tantos años que ya nadie recuerde siquiera dónde estuvo su tienda, o que en Benalúa se hicieron las mejores hogueras de todo Alicante.

Precisamente en esta misma calle, en un entresuelo, tiene Remigio su desconocido estudio-museo: un espacio inesperado, repleto hasta el último rincón de arte que nadie puede ver por no existir un apoyo al artista benaluense.
Cuando tuvimos la suerte de entrar y conocerlo creímos estar ante un espejismo. No podía ser real que todas aquellas esculturas y obras estuvieran almacenadas de aquél modo, desconocidas y olvidadas, esperando a ser expuestas en algún lugar a la altura de su valor.

Este es el mundo de un artista: un caos controlado, un desorden necesario que habla de una mente creativa e inquieta. Su mesa llena de dibujos y lápices. Periódicos con recortes que guarda orgulloso de sus éxitos aparecen donde quiera que mires.
Aquí trabaja Remigio, y aquí es donde escuchando su variada (y sorprendente) colección de discos con títulos de todo tipo, trabaja la madera para darle vida y convertirla en arte, y realiza sus maravillosos dibujos, que han sido portadas de libros, carteles, ilustraciones de periódicos...

En las estanterías, y en cualquier recoveco de su estudio, encontramos decenas de libros sobre arte, cultura alicantina, monumentos de la provincia... Y en cada rincón encontramos un trocito de la historia del artista, que nos recuerda su vida llena de éxitos, y nos hace reflexionar acerca del injustificable olvido al que se somete a Remigio.




Es inconcebible que todos sus dibujos estén deteriorándose, doblándose, arrugándose... que sus cuadros se apilen en la oscuridad sin que ninguna mirada curiosa pueda descubrirlos y emocionarse al verlos.
Él es un auténtico enamorado de Alicante, pero lamentablemente, es un amor injustamente correspondido. Ha dibujado auténticas obras de arte que han sido publicadas en periódicos, libros... y muchas veces, ni siquiera ha recibido compensación económica.
Sin embargo, aunque poco a poco, esta situación ha ido enquistándose, nunca ha negado su aportación cuando se le ha pedido algo para Alicante o su querido barrio de Benalúa, como por ejemplo, las portadas del libro de la Iglesia, el Llibret del 75 aniversario de la Foguera, o el del 80 aniversario.

Es incomprensible que Remigio no tenga un lugar en la ciudad para exponer su obra y que pueda ser disfrutada por los alicantinos por siempre.

Remigio Soler obtuvo un importante galardón en 1985.

La placeta, según Remigio Soler

Hoy puedes encontrar a Remigio en cualquier momento caminando por el barrio, acompañando a alguien o charlando con cualquier vecino. Todavía mantiene aquél espíritu de barrio que conoció en Benalúa hace ya muchas décadas, y lo transmite directamente a aquél que se para a conocerle.

En él anida el espíritu singular del barrio de Benalúa. En cuanto llegó, le cautivó, y aunque vea con dolor cómo va cambiando todo y cómo se pierde esa relación casi familiar, sigue amando el lugar donde vive cada día.
Sin embargo, aunque Remigio sea el artista del barrio, no es un artista de barrio, sino un artista de todo Alicante, que ha llegado muy lejos, incluso al extranjero, pero al que el maldito pasotismo alicantino le ha impedido que se reconozca su trabajo.

Recuerda perfectamente cientos de detalles y curiosidades del barrio, tanto que es capaz de dibujar el templete que hace tanto desapareció y que él mismo vió cómo desmontaban. Tenemos la esperanza de poder ir conociéndolos poco a poco, y en cuanto los vayamos conociendo, os los contaremos para que nunca se pierda su valiosa memoria.

A pesar de la melancolía, y de la tristeza que le produce el trabajo de toda una vida guardado de mala manera bajo llave en una sala oscura que nadie puede visitar, sigue albergando esperanzas de que algún día esto pueda cambiar. Y esto no ha apagado su espíritu y su imaginación. Remigio es una persona divertida, que en cuanto coge confianza siempre suelta algún chiste o ironía en la conversación, y con el que apetece quedar para tomarse algo en el kiosko de la placeta para quedarte, simplemente, escuchando sus palabras, y tratando de ver el mundo como sólo él lo puede ver.

Gracias, Remigio, por quedarte en Benalúa, por conservar todos tus dibujos, por ayudar siempre en la sombra, y por querer tanto al barrio y a Alicante. Ojalá algún día podamos ayudarte a tener el reconocimiento que mereces.

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4 comentarios:

Rubén Bodewig dijo...

Pronto publicaremos los pormenores de la visita que hicimos al interior de su estudio-museo!!

Ernesto Martín Martínez dijo...

C O L O S A L
Rubén.
Nunca olvidaré la visita que hicimos y lo bien que lo pasamos con Remigio. Merecía estos especiales y tu artículo es sobrecogedor.

Juan J. Amores dijo...

Hay que tener más tacto que un ciego en una orgía.
Cuando te descuidas, "te-se" meten los spam hasta en tu casa.

Juan J. Amores dijo...

¡¡¡¡QUÉ PEDAZO ARTICULO!!!!
Un 10.
Y van muchos....

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