El Albergue de San Juan Bautista

sábado, 14 de febrero de 2009

Las parcelas exteriores del Barrio de Benalúa estuvieron ocupadas por chalets unifamiliares y mansiones de lujo de familias adineradas hasta bien entrados la década de 1960. Algunos, como el Chalet de Grau o el de la Clínica Carbonell tuvieron varios usos, reconvirtiéndose en reformatorio el primero, y en el Colegio de las Teresianas el segundo. Otros, como el de Prytz, albergaron las más siniestras leyendas. Todos tenían jardines ornamentales que decoraron nuestras calles, y fueron edificaciones que de haberse mantenido, hubieran conferido un aire único a este céntrico barrio.
Lamentablemente, sus huellas se perdieron, y apenas existen documentos sobre su existencia.

El chalet del Albergue de San Juan Bautista en Foglietti. Foto de Hermanos García.

Hoy hablaremos de uno de estos chalets, existente en la Calle Foglietti, frente al chalet que fue de Prytz. Creemos que su ubicación fue sobre el solar anexo al que ocupa la Comisaría, antes de que se abriera la calle Moratín. Fueron varios sus moradores, que emplearon el inmueble como vivienda particular u oficial. Tenía dos plantas y un torreón central añadido, a modo de mirador sobre la cubierta. Su jardín, de reducidas dimensiones, poseía arbolado y estaba rodeado por una valla perimetral.

Conocimos la existencia de este chalet porque en Mayo de 1962, el Diario Información le dedicó una noticia, para tratar de contar cómo de edificio en estado de abandono, había pasado a albergue solidario.

La puerta principal, con el cartel del albergue. Foto de Hermanos García.

Nadie sabe cómo sucedió exactamente, porque tampoco fue idea de una única persona. Fue el impulso colectivo y anónimo de todo el barrio el que llevó a desarrollar la idea. Parece ser que el germen de la idea fue la propuesta de unos vecinos del barrio, que elevaron al Consejo Diocesano de Acción Católica. Ésta fue aprobada, y rápidamente comenzaron a llegar colaboradores.
Unos ayudaron mediante una suscripción de pago de boletos de ayuda, y otros aportando su trabajo tras su jornada laboral.


El periodista Virgilio Miralles siguió su pista desde que en una visita comercial al barrio se le solicitó pagar un recibo para una obra benéfica, que más tarde supo que se trataba de la recuperación del vetusto y abandonado edificio.

Los vecinos lo arreglaron, y tras su visita, el periodista lo describía así:
Lo visité y he quedado muy sorprendido; por todas partes orden, limpieza, y un aire alegre que trasciende en su pintura, de colores vivos y variados.
Despachos, cuartos, dormitorios, cocinas, salas de estar. Todo ello, repito, lleno de luz, de armonía y de color.
En la puerta dice: "Albergue de San Juan Bautista". Pero no lo dice todo, ya que, lo de menos es el albergue, necesidad ya cubierta, sino el comedor y la guardería.
En principio parece que fue la idea principal; más tarde, se pensó en la característica de este tiempo: el trabajo de la mujer. Con la mujer el niño, que ha de quedar sujeto a mil peligros. La guardería, pues, necesaria. En lo alto, con muebles chiquitos, tres habitaciones para la estancia y una muy amplia galería, inundada de luz, desde donde se divisa el mar. Para el albergue hay doce camas; para los chiquitines, mobiliario para treinta; como hemos dicho tres salas, un comedor y un cuarto de estar. Además de todo ello, las cocinas.
La función de la guardería, de carácter gratuito, era que pudiera cuidar de los niños cuyas madres no se quedaban en casa por haber entrado en el mundo laboral, propio de la revolución que se vivió en España en los años 60. Los niños en edad preescolar, desarrollaban actividades propias de su edad: juegos sensoriales, actividades lúdicas dirigidas y una gran posibilidad de expansión libre por el jardín y las salas del chalet. Además, se les daría "una sobrealimentación adecuada a sus condiciones físicas y de desarrollo".

De los servicios del comedor público se ocupó Cáritas, y a través de las parroquias se envió a personas que pudieran necesitar de su ayuda.

¿Quién ha dicho que no existe la caridad? Unos suscribían boletos para el pago mensual como cooperadores; otros cuando terminaban sus tareas dedicaban sus horas libres no para el ocio del bar, sino para otro trabajo realizado con cariño e interés. El que era electricista, puso sus manos para lo necesario; y hubo albañiles, fontaneros, pintores y carpinteros. Los que no aprovechaban para esta clase de obras picaban y rascaban las paredes; otros se dedicaban al cobro y algunos a llevar la parte administrativa. un trabajo común realizado con todo desinterés material. ¿Cómo surgían los cooperadores? Muchas veces, era el amigo; otras, espontáneamente se presentaban los que querían colaborar en ella. hace unas pocas fechas -por ejemplo- se presenta en el local un señor que no da su nombre y que entrega un sobre: en él veinticinco mil pesetas de donativo.
¿Cuántos colaboran en la obra? Alrededor de setecientas personas hay inscritas ya. En las fábricas, en los talleres, en las oficinas, en los despachos de las profesiones liberales, pequeños o grandes grupos de colaboración. A veces -muchas veces- son los precios especiales de compra y siempre los servicios prestados gratuitamente.

Imagen del interior de una de las salas. Foto de Hermanos García.

En cuanto estuvo concluido el albergue, se transfirió su gestión a la Iglesia de Benalúa, y comenzaron a inundar sus paredes las risas de los niños, las palabras de agradecimiento y los gestos de solidaridad con los más necesitados.
Esta obra ejemplar de los benaluenses fue una muestra de unidad y solidaridad de la que hoy deberíamos aprender mucho para las vicisitudes que afrontamos en la actualidad.

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7 comentarios:

Elkiko dijo...

La verdad es que es curiosa la mezcla de edificios en la Benalúa tradicional y yo siempre he sostenido que no se edificó como barriada popular, sino como barrio un tanto "de categoría"...

Rubén Bodewig dijo...

Ojalá encontremos a alguien que lo recuerde o que haya participado en sus actividades... descubrir la existencia de un nuevo chalet en Benalúa siempre es una buena noticia, y más si tiene historia como éste.
Yo estoy seguro de que Don Liberato estaría detrás de toda esta causa...

Rubén Bodewig dijo...

Por cierto Ernes, si alguna vez lees algo sobre una "Casa de la Beneficencia" en Benalúa, es ésta seguro.

Ernesto Martín Martínez dijo...

Curiosísimo. Un antiguo chalé reconvertido en albergue en los 60. Creo que D. Liberato llega un poco antes como párroco, y prueba de la interrelación conla iglesia es que el albergue tiene el mismo nombre del santo patrón de la iglesia de la que depende. Tengo que consultar más artículos, porque la primera imagen que has puesto me es muy familiar.

Ernesto Martín Martínez dijo...

Lo que sí es una gozada es leer tu introducción, porque las antiguas investigaciones se van uniendo a las nuevas.

Anónimo dijo...

Os dejo un link del periódico información, en el que además de la noticia, en la foto se puede ver el barrio de Benalúa en la época de la Guerra Civil (un poco pequeño pero se vé)

http://www.diarioinformacion.com/secciones/noticia.jsp?pRef=2009021400_12_852404__Alicante-Armada-desactiva-cuatro-bombas-Guerra-Civil-junto-muelle-Puerto

Ernesto Martín Martínez dijo...

Una imagen chulísima y nuevo plano del barrio. Gracias Johnny!

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