Benalúa en la Guerra Civil

miércoles, 1 de abril de 2009

Hoy se cumplen 70 años del final de la Guerra Civil Española, que concluyó con la toma del Puerto de Alicante, tras tres años de crueles enfrentamientos, y que trajo 40 años de dictadura, represión y recorte de libertades en nuestro país.

La ciudad de Alicante bombardeada. Se aprecian los efectos de las detonaciones en la dársena del Puerto de Alicante. A la derecha vemos el Barrio de Benalúa, entonces separado de la ciudad por un gran vacío urbano, almacenes y el barranco de Benalúa. Archivo Aeronáutica Militar de Roma.

Durante la Guerra Civil, la ciudad de Alicante fue duramente atacada. Al ser el último lugar donde se mantuvo la República, y acabar de un modo desastroso la guerra en el Puerto, los alicantinos vivieron los bombardeos y los horrores de la guerra desde el principio hasta el fin, siendo castigados con una especial crudeza hacia la población civil.


El gran escritor Enric Valor, que pasó la mayor parte de su vida en Alicante, describía el conflicto bélico con relatos como el siguiente:

Prenguí el tramvia de la línia Benalua-Esplanada, com altres vegades, i,cinc minuts abans de l’hora convinguda, feia cap a la plaça de Correus, una bella plaça emmarcada entre quatre carrers (...) Vaig entrar a Correus, (...) Ni hi era, Palmira. (...) Sobtadament es sentí una estranya remor que venia del carrer (...) Més explosions, moltes (...) La bella plaça presentava un aspecte desolador: arbusts i altres plantes, segats, escampats, tot ple de terragades i enderrocs. Les dues bombes havien explotat allí, davant per davant de l’edifici de Correus. Hi acudia gent i uns guàrdies d’assalt; vaig veure també dos servidors de la Creu Roja... Entre el jardí i la vorera hi havia ferits i segurament també morts, estenallats en el terra. (...) Un pensament em va gelar la sang: era el moment en què Palmira venia a trobar-se amb mi. Vaig avançar fins a un rogle de gent. Em vaig obrir pas i vaig mirar el terra: hi havia dues dones esteses en la vorera, vora el jardí, pròximes a Correus. Vaig guaitar, i en vaig reconèixer una de quasi irrecognoscible, mutilada, estrossada, sangonosa; el vestit esqueixat, tacat —aquell elegant conjunt de jaqueta i falda—, i la seua cartera! llavors l’emprenguérem pel carrer de Sant Vicent (...) pel costat del Mercat Central (...) Les sirenes bramulaven i el soroll dels avions començava a dominar tots els altres. Vam córrer pel costat de dalt, on no hi havia tantes dones (...) vam sentir les primeres explosions darrere nostre, en l’enorme cobert que havíem deixat arrere, on pul.lulaven potser més de mil persones entre les parades (...) de reüll vaig veure, tot sentint un esgarrifós xiulet, una flama blavíssima damunt un carret de plàtans a vint o trenta metres. Tot d’una, la segona fortíssima explosió féu brumir la metralla vora les orelles, i l’ona expansiva ens llançà contra la paret.



Este era el aspecto del barrio de Benalúa durante la Guerra Civil: 1-Placeta; 2-Mercado; 3-Paso a Nivel Maisonnave-Aguilera; 4-Estación MZA; 5-San Blas; 6-Estadio Bardín; 7-Cuartel Benalúa (Cuartel del Regimiento de Tarifa); 8-Viviendas de Ferroviarios.

Croquis de la Aviación Fascista Italiana para orientarse sobre la ciudad y reconocer los objetivos. Se aprecia Benalúa a la izquierda como una unidad urbana reconocible desde el aire.

También Benalúa, un barrio residencial, fue objetivo de los bombardeos de los aviones fascistas italianos aliados de Franco durante la Guerra Civil, al igual que el resto de la ciudad.
Las bombas, además, no cayeron sobre objetivos militares como la Comandancia de Infantería o el Cuartel Militar del Regimiento de Tarifa (Conocido también como el Cuartel de Princesa Mercedes, Cuartel de San Fernando o Cuartel de Benalúa).

En este mapa podemos apreciar los lugares del barrio que recibieron impactos de bomba durante la Guerra Civil.

Fueron bombardeados lugares civiles de uso residencial: la calle Doctor Just, la calle García Andreu y la Calle Alona. También cayó un obús en la zona de chalets del principio de Foglietti, y otro con un claro objetivo aislante: en el puente y paso a nivel que sorteaba el barranco, conectaba la Avenida de Aguilera con Maisonnave, y permitía comunicar los trenes con el puerto.

En el tramo Sur de Óscar Esplá, así como en Benalúa Sur, cayeron algunas bombas. Quizá buscando destruir las fábricas y las harineras que propiciaban materia prima para hacer el pan. Otras industrias próximas como la Fábrica de Gas y la Fábrica de Abonos Cross, así como las instalaciones portuarias, sufrieron importantes daños.
Frente a la Estación de Benalúa, también cayeron proyectiles, aunque afortunadamente no tocaron el edificio. A pesar de esto, muchos mayores todavía recuerdan dónde cayeron algunos obuses que no explotaron en los terrenos de las vías, y que probablemente, continúen ahí enterrados.

Impactante fotografía tomada por un avión Savoia de los fascistas italianos. Se observa la explosión de una bomba en las inmediaciones de la Estación de Benalúa.

Para protegerse de los bombardeos, la población de Benalúa por iniciativa propia, tuvo que acostumbrarse al miedo y a estar alerta. Toques de queda, sirenas de alarma cuando avistaban aviones... la vida durante la guerra fue muy dura para todos.


En esta secuencia comparamos el plano oficial municipal donde se dibujaron las ubicaciones de los refugios antiaéreos (izquierda), la foto aérea actual de Benalúa (centro) y la ubicación que los refugios tendrían hoy en día (derecha).

La Junta Local de Defensa Pasiva y la población civil comenzaron la construcción de varios refugios subterráneos colectivos para resguardarse de las bombas:
  • Plaza Navarro Rodrigo - Capacidad: 1000 personas
  • Iglesia de Benalúa - Capacidad: 900 personas
  • Cochera de Tranvías - Capacidad: 600 personas
  • Avenida de Aguilera (proyectado) - Capacidad: 500 personas
  • Compañía de Aguas de Sax - Capacidad: desconocida
El gran refugio de la placeta de Benalúa se construyó con una gran losa de hormigón. El resto, como los de la Cochera de Tranvías y el de la de Aguas de Sax (actual Aguas de Alicante) solían ser galerías abovedadas, hechas de ladrillo cerámico, a varios metros bajo el suelo para que éste amortiguara los impactos y las ondas de expansión, así como evitando que la metralla alcanzara a alguien. Apenas tenían condiciones de habitabilidad interior, eran largos pasadizos donde se aglutinaba la población, temerosa, esperando dejar de oír el ruido de las explosiones y el paso de los aviones.

A su vez, se habilitaron refugios naturales en cavidades del terreno en el desnivel existente entre Catedrático Soler y Benalúa Sur, en el Barranco de Benalúa (actual Óscar Esplá) y en el entorno de la Estación de Benalúa. Aunque no consta, es de suponer que las guarniciones militares del Cuartel de Infantería de Pardo Gimeno y del Cuartel de San Fernando también tendrían sus instalaciones protectoras, pero éstas no serían refugios civiles.
Además, se conocen refugios familiares en patios, chalets unifamiliares, sótanos y refuerzos de viviendas familiares. Por ejemplo, el ilustre Figueras Pacheco se construyó un refugio en su vivienda para resguardarse.
En las proximidades del barrio también existieron otros refugios, como en la estación de Renfe-MZA, la plaza de Séneca (Estación de Autobuses) y la Fábrica de Gas.

El horror, el miedo y el pánico de la población ante una guerra cruel, fue algo que marcó la historia de Benalúa. La suma de sinsentidos que siempre supone una guerra marcó la historia de este próspero barrio, que tardó varias décadas en remontar el vuelo.


Imagen de las tropas prisioneras republicanas en la playa de Benalúa, pocos días después de acabar la Guerra Civil, junto a las vías que salían de la cercana Estación de Benalúa, a pocos metros de donde se tomó la foto.
Seguramente estaban esperando al tren que los llevaría al Campo de Concentración de Albatera.

El barrio encerró muchas historias poco conocidas en aquellos años. Antes de la Guerra Civil, se dieron los tristes incidentes que supusieron el incendio y la destrucción del Parque-Escuela de los Jesuitas y la Iglesia de Benalúa. En el Cuartel de Benalúa se realizaron juicios sumarísimos contra los traidores una vez acabada la Guerra.



Presos políticos republicanos en el patio del Reformatorio de Adultos. Entre ellos, Gastón Castelló, Vicente Olcina, Ricardo Fuente y José Juan (Foto de Enrique Giménez.)


Visita de las autoridades franquistas a la cárcel de Benalúa con los presos en formación.


En la Prisión de Benalúa se encerraron a numerosos presos políticos durante muchísimos años, llegando algunos a morir, como ilustra el caso del poeta Miguel Hernández. En la Playa de Benalúa, junto a las vías de la Estación de Benalúa, se concentró a los soldados y presos que hizo el ejército franquista tras tomar Alicante, antes de llevarlos al Campo de Concentración de Albatera.

Algunas huellas de la Guerra duraron muchos años, como la reconstrucción de la Iglesia, y otras duraron demasiado, como la denominación del Colegio Público Benalúa, que durante el franquismo se denominó Grupo Escolar Generalísimo Franco, y no fue hasta la llegada de la democracia cuando recuperó su nombre original.

Fuente:
Tiempos de Guerra, Alicante 1936-1939. Luis Martínez Mira, Editorial ECU
Diario Información

Enviar este artículo por email Etiquetas: , , ,

5 comentarios:

J.Hernández dijo...

Impresionante post, buen trabajo

¿alguien tendrá perdidas por casa fotografias o planos de esos refugios.....?

siempre se comento que en el colegio benalua existia uno de esos refugios o pasaba algún tunel, estaria bien conocer la historia de los refugios del barrio

Elkiko dijo...

Lo mismo digo: enhorabuena por el artículo. Es impresionante.

Juan dijo...

un gran articulo.

muchos de los refugios estanban en edificios publicos (entre ellos colegios). Siempre se juega con el tema de los niños para ese tipo de cosas, instalando refugios y arsenales. Es asi de triste.

Saludos!

Johnny dijo...

Genial! Articulazo!

Rubén Bodewig dijo...

Pues sí, siempre han dicho que una puertecilla que había en el colegio (siempre estaba cerrada) daba al refugio del mismo. No creo que sea una leyenda. Seguramente llegaría hasta Catedrático Soler o lo conectaría con otro edificio como puede ser el de Aguas de Alicante.
Algunos dicen que iba por foglietti y llegaba hasta la Iglesia, pero eso me cuesta más creerlo... Aunque me encantaría que fuera verdad y siguiera ahí.

Escribir comentario con antiguo editor.
Volver arriba