Los hallazgos de "Los Antigones" (IV): textos de Bendicho y Maltés

domingo, 2 de diciembre de 2007

Como ya os explicamos en el especial sobre "Los Antigones" (parte I, parte II, parte III), durante mucho tiempo se planteó que el origen de la ciudad de Alicante podría haber estado en una posible Lucentum ubicada en el altiplano sobre el que hoy en día se levanta Benalúa.
Muchas coincidencias se prestaban a ello: las condiciones orográficas (zonas llanas y fácilmente accesibles, con ambiente tranquilo), la proximidad a las rutas comerciales y los caminos territoriales, la existencia de un puerto practicable en la desembocadura del Barranco de San Blas (en la playa de Babel) que estuvo en servicio hasta el final de la Edad Media, e incluso extensas playas que habrían permitido varar las naves durante las épocas en que el comercio marítimo no requería un calado determinado.

Hoy en día está más que probado que el municipio de Lucentum estuvo en la Albufereta, pero parece estar claro que no se equivocaron tanto en el pasado cuando intuyeron que algún tipo de asentamiento pudo existir aquí.
A continuación, vamos a trasladarnos décadas atrás, y a descubrir un nuevo y curioso punto de vista sobre el asunto, extraído del siguiente libro:


Los orígenes de la Ciudad de Alicante
Lorenzo Abad Casal
Alicante, 1984
ISBN: 84-505-0634-4
Depósito Legal: A-1.067.1984
Instituto de Estudios Juan Gil-Albert
Gráficas Estilo
Explicaciones del asentamiento:
En época de Marco Aurelio tuvo lugar una invasión de moros (según se relata en la Historia Augusta), que puso fin al esplendor de Lucentum La gente se refugió en lo que quedaba de la fortaleza de Akra Leuke, abandonada desde hacía siglos, donde se rehizo la vida municipal, y también en las laderas del barranco de San Blas, cubierto de arbolado, donde era fácil ocultarse.
Cuando Marco Aurelio rechazó a los invasores, los ciudadanos, agradecidos, le dedicaron la inscripción aparecida en Benalúa.
Aunque algunos volvieron al Tossa, y se establecieron sobre las ruinas, otros se quedaron en los lugares donde se habían refugiado: el castillo y las laderas del barranco de San Blas. De aquí que el nivel tardío del Tossal sea bastante más pobre que los anteriores y que haya restos de población de este mismo período en las proximidades del barranco de San Blas y Benalúa.
Esta es otra teoría que justificaría porqué apareció aquí la inscripción.

El testimonio indicador de sus ideas es el hecho de que proponga un nuevo desarrollo de la última línea: reficiendum coeraverunt municipium lucentinum (se preocuparon de reconstruir el municipio de Lucentum), lo que atestiguaría la reconstrucción que los emperadores Marco Aurelio y Cómmodo hicieron de la ciudad.
El ilustre benaluense Figueras Pacheco, que dirigió varias campañas de excavación en el Tossal defendía unas ideas parecidas. Sin embargo, su memoria quedó sin publicar (de lo que se quejó el autor varias veces) tras los avatares de la guerra civil, trágicamente perdida o destruida en Madrid.

Asímismo, también es posible que el yacimiento de Fontcalent, fuera coetáneo al de Benalúa, ya que muestra algunas cerámicas similares.
La primera mención de Los Antigones
El deán Bendicho, en 1690 indicaba que las ruinas de la población que él identificaba con la Lucencia de Plinio, sitas "en la ensenada o rinconada de la Cala y Albufereta" llegaban hasta un caserío derruido entre Muchamiel y el Convento de Santa Verónica, denominado Loxa... Comentaba también la aparición en la ciudad de Alicante de un sello de bronce con la leyenda Abascanti, una estatuilla de Mercurio y más de cuarenta monedas. Como dato curioso, indicaba que en su colección tenía dos más: una de Campello y otra... de "Los Antigones".
Era la primera vez que el topónimo "Los Antigones" aparecía citado en un texto, pero no la última. Este yacimiento citado desde el siglo XVI permaneció casi siempre en segundo término, oculto en la penumbra y vencido por la luminosidad del Tossal de Manises, que en todo momento atrajo sobre sí de manera preferente la atención de los estudiosos alicantinos. La primera noticia que conocemos es la ya citada de la moneda encontrada por Bendicho, pero será más tarde el Padre Juan Bautista Maltés de la Compañía de Jesús quien trate con detenimiento los restos que en su tiempo se conservaban, con el fin de enaltecer a la ciudad de Alicante, que en su interpretación de la geografía histórica corespondía a la antigua Ilice.
Según él, se trataba de "una ciudad tan principal y extendida que aún oy se hallan vestigios de su grandeza por los Huertos de su marina que oy dezimos Antigones continuados desde el sitio que aora tiene: muchos de estos se han ocultado, empleándolos en las diferentes fábricas de sus muros. Se han hallado curiosidades de Romanos y de Godos en su territorio, y monedas casi infinitas, que confirman su antigüedad, magestad y grandeza (...) De ahí es que casi los más de los Authores conspiran en afirmar que Alicante es la verdadera Illice".
Los restos hallados: arcos, sillares...
"Hay vestigios hasta más allá de lo que llaman Antigones: paredes y suelos de casas bajo tierra, algunos pedazos de arcos, piedras labradas y medallas. Se extendía hasta más allá de Los Antigones y por lo ancho hasta la raíz de los montecitos que están enfrente de los Huertos, especialmente de la montañuela que llaman de San Francisco. En el medio estaba erigido el palacio de los duunviros o regidores, y azia los Antigones estaban las Termas o Baños".

"Bajando de los Antigones al Baver, cerca del Barranco que llaman oy de las Ovejas, se descubren aún los vestigios de los Baños o Termas de los Romanos. Un poco más acá se veía un arco de puerta, de piedras sillares y un pedazo de paredón. Caminando desde aquí a la ciudad se ven aún por los campos vestigios de fundamentos de paredones, que sin duda eran de los pocos muros que circundaban nuestra colonia. Muy pocos son las ruinas y rastros que oy quedan; porque los han ido arrancando y sacando para cultivar la tierra en aquellos Huertos, y para aprovechar los materiales en algunos edificos, que después acá se han construido en el contorno."
Por estos campos aparecían numerosísimos fragmentos de cerámica roja que Maltés, basándose en la autoridad de Ambrosio de Morales, identificó como romanos; algunos de ellos llevaban letras y cruces estampilladas.

El acueducto, o la Acequia de los Enamorados:
Cita además Maltés un acueducto que se conservaba aún parcialmente en su tiempo para llevar el agua a su Ilice, esto es, a lo que hoy es Alicante. El monumento ya lo cita Escolano en 1610, pues al tratar del pantano de Tibi dice textualmente: "Ya los romanos parece que atinaron en parte el conducto desta agua, tan necesaria para el riego de la vega de Alicante por esta misma canal: porque en ella a un lado, ala mano derecha, se halla por dentro de la peña viva, abierta y minada una larga acequia, que los vezinos de por allí llaman de los enamorados y devió de durar hasta tiempo de los moros (...)" también habla de él Bendicho, quien cree que abastece a la ciudad del Tossal de Manises, tal vez porque en su Crónica no menciona los restos de los Antigones. Recibía, dice también, el nombre de Acequia de los Enamorados, porque existía la leyenda de que fue construido para conseguir el amor de una mujer. La descripción más completa del acueducto es, con todo, la del P. Maltés, que copia casi textulamente a Bendicho, pero añade alguna observación propia; dice así: "Abrieron el conducto desde lo más alto de las Sierras, donde oy está el que llamamos pantano; y oy se descubren los vestigios de este aquaducto desde la pared del mismo Estanco y de la Sierra, en que estriva su fábrica. Pas apor Monnegre. En pares se encuentran montes minados y en valles y barrancos vestigios de arcos de cal y canto: y a la otra parte de la partida, que llaman el Cassalet, a vista del Río de Muchamiel, después del cerro de Monnegre, quedan todavía dos arcos derruidos, y otro cerca del Pantano. En algunas partes de los montes por donde passava el conduto, está cavado de suerte que puede ir por de dentro cómodamente un hombre. Llega a la Partida que llaman la Cañada del Governador, y muy a nivel se conducía el agua a nuestra ciudad".

Con el acueducto citado pusieron en relación Tarradell y Martín una inscripción que Hübner atribuyó erróneamente a Elche, ya que se limitóa recoger la noticia del P. Maltés de que aparició "en los Antigones, hasta donde llegava el sitio de la antigua Ilici (...) se cree que estaba junto al arco qu ese hizo para conducir por él el aguaque de la Alcornia venía a esta ciudad (de Alicante); pues hasta en los Antigones donde se halló la lápida se descubren vestigios del conducto. Están en el huerto de Bover". La inscripción, que se leyó como (...) Porcio Rufino (...) arcum fecit "(... hizo un arco... para Porcio Rufino)", se interpretó como referente a un acueducto costeado por Porcio Rufino, aunque el hecho de que este nombre vaya en dativo y no en nominativo invalida plenament esta suposición; además, con la palabra arcum no se designan acueductos, sino otro tipo de monmentos, y todo parece indicar que se trata de una construcción funeraria; epígrafes semejantes aparecidos en Jérica (Castellón) y en otros lugares, que hablan de estatuas colocadas sobre el arco, así lo hacen suponer.
El topónimo Antigones parece estar atestiguado también en Elche, pues lo encontramos en Escolano cuando al tratar de Elche cita los restos de un acueducto, aunque cabe también la posibilidad de que se refiera a los Antigones de Alicante y a su acueducto.

La existencia de una Torre sepulcral:
Aún cita el Padre Maltés otros restos romanos conservados en su época: numerosos fragmentos de terra sigillata en los albacares del castillo de Santa bárbara, parte de otro acueducto en la zona de Los Antigones y sobre todo la Torre de la Pólvora, al lado de la Puerta Ferrisa en la Villavieja. Esta, según él, era de sillares y difería considerablemente de todas las demás de la muralla, por lo que considera podría tratarse de una construcción romana; había conservado, hasta poco tiempo antes, dos toros de piedra como remate, que un día fueron derribados y, tras un largo abandono, llevados a Monforte para colocarlos al lado de la escalera de la iglesia parroquial. Si se trata realmente de una torre romana, cosa hoy difícil de asegurar, ya que no conocemos ningún grabado de ella, habría que pensar posiblemente en una torre funeraria, del tipo de la de Villajoyosa, situada en las proximidades de la calazada que unía Los Antigones con el Tossal , y que en un determinado momento se aprovechó como una torre más de la muralla de Alicante.
Respecto a los dos toros de que habla Maltés, es posible, aunque no pueda asegurarse, que sean los que hace años aparecieron en una gravera cercana a Monforte, ya que se encontraron desprovistos de todo contexto arqueológico y parecí aque habíuan sido allí arrojados. Se trata, no obstante, de toros de tipo ibérico, por lo que su relación con una torre que se supone romana es, en todo caso, dudosa.

La existencia de una torre sepulcral romana en esta zona de Alicante, que puede parecer extraña, no lo es tanto si tenemos en cuenta que existen noticias acerca del hallazgo en la Villavieja de materiales romanos. Así, Rico, para demostrar que Lucentum no estuvo en este lugar, aduce que allí sólo se habían encontrado una colección de monedas, fragmentos de vasijas, lamparillas, el tronco de una estatua de aproximadamente un metro de altura y trozos de pavimento árabe, todo ello en una casa del callejón del Instituto. El conjunto podría pasar por árabe de no ser por la presencia de un trozo de estatua y porque Rico lo trae a colación para demostrar que con tan pocos hallazgos (hay que suponer romanos) no se puede localizar allí una ciudad como Lucentum; pero para lo que a nosotros nos interesa en estem momento es bastante ilustrativo: allí se encontraron restos romanos que deben correpsonder a un asentamiento de algún tipo. Podría pensarse en una zona de necrópolis de la ciudad de Els Antigons o tal vez en algún establecimiento rural.

Tras estas noticias del Padre Maltés, ningún otro autor se ocupó con amplitud de las antigüedades de esta zona, que de esta manera pasaron desapercibidas hasta casi nuestros días, cuando Manuel Rico García retomó las investigaciones durante las obras del barrio de Benalúa.
Continúa en Parte V

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3 comentarios:

Ernesto Martín Martínez dijo...

¡Qué montón de nuevos descubrimientos! No sabía nada, ni de las termas, ni de la torre, ni de la acequia de los enamorados!!! Además tenemos otra traducción de la inscripción! Esto avanza a pasos agigantados. Menudo final de mes nos espera!!!!
Juan dice que cuando levanten Benalúa Sur, es poco probable que encuentren algún vestigio de Antigones, pero vete tú a saber. Incluso puede que tengamos las excavaciones de 2008 como nuevo punto en el blog.

Rubén Bodewig dijo...

para mí es un sueño
miro con detalle cada solar que excavan... porque las cimentaciones de las casas originales eran muy superficiales, pero creo que si hubiera algo se lo llevaría la excavadora por delante (a menos que fuera algo gordo)sin que nadie lo pudiera ver

Anoche mientras escribía y leía todo esto, me quedaba embobado pensando en cómo sería este misterioso y enigmático solar para la gente de siglos atrás...
un erial alejado, donde habría leyendas de gentes antiguas, de pobladores desconocidos, de una civilización que desapareció... estas leyendas tuvieron que llegar hasta los fundadores del barrio SEGURO, y me pregunto qué pensarían al respecto...

Rubén Bodewig dijo...

cuando aparecía una moneda, una piedra de un arco, una acequia... eso tenia que dar mucho que hablar...
y hoy seguro que algo tiene que quedar debajo, pero lo que no es ya tan seguro es que sea accesible (debajo de calles, edificios...) o que se pueda encontrar...
cuando remueven tierras, te imaginas que andaran con sumo cuidado para ver si hay alguna moneda por ahí??
quién sabe si algunas de las piedras con las que se levantaron las primeras casas salieron de las que se encontraron aquí mismo?
puedes soñar tanto...

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