Los hallazgos de "Los Antigones" (V): lo que habrá bajo nuestros pies

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Hemos hablado largo y tendido sobre "Los Antigones" (parte I, parte II, parte III, parte IV), y hoy de nuevo volvemos para arrojar, si cabe, algo más de luz al asunto (o de incógnita, según se mire) , y repasar de nuevo todo lo citado anteriormente con una crónica de los sucesos modernos que se refieren a este yacimiento.

Para ello, aprovecharemos los textos e ilustraciones de este libro:

Los orígenes de la Ciudad de Alicante
Lorenzo Abad Casal
Alicante, 1984
ISBN: 84-505-0634-4
Depósito Legal: A-1.067.1984
Instituto de Estudios Juan Gil-Albert
Gráficas Estilo

Desde que el jesuita Juan Bautista Maltés hablara en el Siglo XVI de los restos que aquí aparecían, no se volvió a saber nada más del tema hasta que, en los últimos coletazos del Siglo XIX (más de 300 años después...), la primera operación urbanizadora organizada de la ciudad a extramuros comenzó a gestarse. Eran las obras del Barrio de Benalúa.

El plano:
La ciudad romana de Lucentum sobre el plano actual, según reconstrucción de Tarradell y Martín basada en las noticias de Rico. La lína de punto y raya señala el límite aproximado de la ciudad; se indican asímismo los dos cauces del barranco de San Blas: a la derecha el antiguo y a la izquierda, en trazos discontinuos, el moderno. Los números designan las zonas de donde proceden los restos: 1. Necrópolis; 2. Zona industrial; 3. Área de donde proceden la mayoría de los materiales de Rico; 4. Lugares aproximados del hallazgo de la inscripción que menciona Lucentum; 5. Zona de vertedero según Rico.

Hacia 1884, cuando se iniciaron las obras de explanación del terreno, comenzaron a aparecer nuevos restos antiguos que se perdían sin que nadie se preocupara por ellos. Nadie, salvo Manuel Rico García, que se cuidó de levantar croquis de las estructuras que afloraban y de recoger los obejtos que aparecían (que él personalmente describía y hacía dibujar a un pintor amigo).

El resultado fue la obra titulada Memoria relativa a los nuevos descubrimientos de la antigua Lucentum, que permaneció inédita hasta que en 1958 la dio a conocer parcialmente (sólo el texto) V. Martínez Morellá. En 1970 constituó la base de un libro de M. Tarradell y G. Martín titulado Els Antigons-Lucentum. Una ciudad romana en el casco urbano de Alicante, que ya en los años 80 seguía siendo el único estudio sobre el tema.
De las noticias, corroboradas por otros autores, sobre la topografía antigua de la zona, se deduce que hasta el siglo XIX el llamado Barranco de San Blas que alcanzaba Alicante a la altura de la actual estación de ferrocarril de Madrid, seguía su curso en dirección al suroeste, por las calles Castelar, Arquitecto Morell, Reyes Católicos, Pintor Lorenzo Casanova y Doctor Gadea, donde confluía con otra rambla que descendía por lo que hoy es esta avenida y juntas desaguaban en el mar. Con posterioridad, pero ya en el siglo XIX, se desvió el barranco de San Blas, mediante la apertura de un nuevo cauce que aprovechaba la vaguada del denominado Barranco de Benalúa y discurría aproximadamente en línea recta entre las estaciones de ferrocarril de Madrid y Murcia.

Rico nos cuenta que la zona de hallazgos antiguos estaba delimitada por el antiguo cauce del Barranco de San Blas y el huerto del Bambero, que viene a situarse en lo que hoy es la Plaza de la División Azul, al final de Benalúa, y entre la parte trasera de la fábrica del gas (actual Plaza Galicia) y la calle Ramales (actual Reyes Católicos), aunque la mayor concentración de hallazgos se sitúa entre el huerto del Bambero y el curso moderno del barranco de San Blas.

En este espacio se cree que estuvo el solar de la ciudad, en tanto el área occidental se destinaba a necrópolis y el oriental a vertedero. La descripción de Rico ha sido trasladada a la topografía urbana del Alicante moderno por M. Tarradell, quien llega a la conclusión de que la ciudad romana ocupana el área comprendida entre el antiguo Barranco de San Blas y la calle Enriqueta Elizaicin por una parte y las avenidas de Aguilera y Doctor Soler por otra. No cree en cambio que la zona oriental fuera sólo el vertedero de la ciduad, ya que la importancia de algunos hallazgos (monedas de oro) hace pensar que no se trataba precisamente de un basurero. Sea como fuere, los hallazgos que nos transmite Rico son de gran importancia (ánforas, monedas republicanas e imperiales, vidrios, lucernas y, sobre todo, terra sigillata tardía) y proceden de todo el área de la ciduad, especialmente del Huerto de Seguí (la actual Estación de Autobuses, donde Rico coloca el vertedero), del área entre las calles Foglietti y Dr. Soler y del sector occidental, donde se ubicaba la necrópolis.

La Necrópolis:
Esta consta de tumbas hechas con grandes ladrillos: uno a los pies, de 46 x 35 x 8 cm y tres de 60 x 35 x 8 cm que servían de cubierta. Todos ellos carecían de marca de alfarero y mostraban las características líneas hechas mediante presión con los dedos en forma de aspa en unos y zig zag en otros.

El tipo de enterramiento ha sido estudiado por Tarradell y Martín, que llegan a la conclusión de que se trata de las sepulturas en tegulae características del Bajo Imperio, momento al que apunta también el hecho de carecer de ajuar, tal y como se deduce de la descripción de Rico. Sin embargo, queda claro de las noticias de éste que no estamos ante sepulturas de tegulae, sino ante enterramientos de otro tipo, posiblemente fosas abiertas en el suelo y con cubierta horizontal de ladrillo, ya que cuando Rico efectúa la descripción de las piezas, diferencia claramente entre lo que son tejas (tegulae) y ladrillos, que se identifican perfectamente en los dibujos; es más, llega a dibujar los tres tipos de ladrillo que cubren las tumbas. Ello no impide, sin embargo, que las conclusiones de Tarradell sean esencialmente correctas, ya que tumbas de este tipo, con y sin ajuar, son muy corrientes en el Bajo Imperio, y ejemplos de ello tenemos en los alrededores del propio Tossal de Manises.

Las Balsas:
En otros trabajos publicados en la revista El Archivo, describe Rico las únicas estructuras descubiertas en Benalúa: un conjunto de balsas de distintas dimensiones comunicadas entre sí y dos hornos, que proporcionaron numerosos restos de cerámica de diversas clases, vidrio y ánforas. Los interpreta como una fábrica de cerámica y vidrio, aunque con posterioridad otros autores han querido ver en ellos parte de unas termas o de una industria de salazón. Descartadas las termas, hoy en día es imposible decidirse por una u otra opción; sólo podemos indicar que la cantidad de escorias de vidrio recogidas en el sector oriental de la ciudad nos hace pensar que en Els Antigons debió haber, en efecto, fábricas de vidrio.

Dataciones:
En el trabajo citado, Tarradell y Martín hacen el estudio de los materiales susceptibles de datación del manuscrito de Rico, y llegan a la conclusión de que en su inmensa mayoría son de los siglos IV y posteriores. No obstante, de las noticias de este autor se desprende que también existen materiales más antiguos, como monedas republicanas ("consulares"), y en el museo de Alicante se conserva un pequeño lote de cerámicas recogidas por el Padre Belda en Benalúa -aunque se desconoce el lugar exacto- que incluye cerámica aretina, sudgálica, hispánica y de paredes finas; todo ello nos indica que el yacimiento ya existía a comienzos del Imperio, aunque desconozcamos la importancia y extensión que tuvo en este momento. Llobregat llega incluso a señalar la presencia de fragmentos de campaniense B, cerámica algo más antigua que las anteriores.

Otros hallazgos
Con posterioridad a los trabajos de Rico, las únicas excavaciones practicadas en esta zona han corrido a cargo del Museo Arqueológico de Alicante, en un solar de la Avenida Óscar Esplá, en el límite septentrional de la zona que Rico consideraba plenamente urbana.
Lo que se encontró fue un vertedero de materiales tardíos (cerámicas sigilatas y comunes), de gran interés que fueron estudiados en 1984 (el año de edición del libro) por P. Reynolds.
Algunas de sus cerámicas, como por otra parte ya sospechaba G. Martín hace años, superan incluso la barrera del Siglo VI. d.C. y pueden considerarse ya como altomedievales (aunque no tenemos más resultados del estudio de su pertenencia a este mundo, ya que cuando se redactó el libro, la investigación estaba en sus inicios).

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3 comentarios:

Rubén Bodewig dijo...

Aunque sean muy parecidos, hay que fijarse porque el plano de este post y el de la parte I son diferentes, y tienen distinta información!

Rubén Bodewig dijo...

espero que cuando empiecen las obras del parking subterráneo en la Estación de autobuses hagan las correspondientes catas arqueológicas, y sobretodo, salven todo lo que encuentren. Al menos, seguro que el refugio de la guerra civil saldrá al descubierto...

Ernesto Martín Martínez dijo...

Cierto, los planos son diferentes!!! Qué buena información has sacado, Rubén!

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