Cuando Benalúa tuvo una mascota

domingo, 21 de diciembre de 2008

Se llamaba Lucero, y fue una perrita que vivió en la Placeta. Fue querida por todo el barrio, conocida en todas nuestras calles. Nunca en Alicante había sucedido algo parecido, todo un barrio se revolucionó con este cariñoso animal. Y este peculiar fenómeno "fan" salió de nuestras fronteras, y trascendió más allá de Alicante. A Lucero le salieron amigos en toda España... Pero comencemos la historia por el principio:


Fue en 1958 cuando un grupo de muchachos del barrio tropezó con la perrita, que andaba errante vagabundeando por las calles de Benalúa. Estaba sucia, hambrienta y desorientada, y los niños encontraron en ella una nueva y divertida amiga, y la perrita encontró en sus nuevos dueños unos eficaces protectores.

Lo primero que hicieron fue bautizarla, para lo cual la colocaron bajo uno de los grifos de la fuente de la plaza Navarro Rodrigo, abrieron, y por una vez, las aguas bautismales procedían del Taibilla (embalse del que se abastecía entonces Alicante) y estaban protegidas por el amoroso gesto de unos niños.
Como la pandilla creía que era un macho, la llamaron Lucero. Al advertirles alguien de su error, y que lo conveniente sería llamarla Lucera, la muchachada accedió, pero no así la perrita, que sólo atendía a su primer nombre, por lo que hubo que llamarla Lucero.


Fue entonces cuando la perrita comenzó a ser el centro de atención de niños y mayores del barrio. Incluso se le abrió una cartilla de ahorro a nombre de "Perra Lucero", y fue inscrita en la libreta número 57.646 de la Caja de Ahorros del Sureste de España, extendiéndose su libreta en la Oficina Central de Alicante. Al no saber firmar la perrita, se autorizó a tres niños a ingresar y extraer dinero: Paquita Ortuño, Paquita Asensi y Félix Campos. Muchos consideraron entonces que probablemente sería el primer animal del mundo con una cuenta bancaria a su nombre.


Gracias a las aportaciones de los vecinos a esta cuenta, a la perrita no le faltó de nada. Se la desinfectó y vacunó; le compraron un bozal, un collar y una correa. La vacuna se la regaló un farmacéutico y se la administró un veterinario que decidió no cobrar por su trabajo. Todos se ofrecieron para prestarse voluntarios a ayudar.
La lavaron con "Omo" y su aspecto fue resplandeciente. Un día incluso le hicieron una paella para ella, que disfrutó al completo sin dejarse un sólo grano de arroz. En las carnicerías le regalaban trozos de carne...

En definitiva, una gran vida para una ex-vagabunda... hasta que la cazaron. Tras tardes de juegos en la placeta, y haber dado y recibido mucho cariño, la perrita fue un día capturada por los laceros municipales, encargados de la captura y sacrificio de los animales vagabundos y sin dueño. Los niños de benalúa, desolados, solicitaron recuperarla, pero el Ayuntamiento les instó a pagar la multa de 200 pesetas, que evidentemente, ellos no podían asumir, incluso vendiendo sus tebeos para poder reunir algo de dinero.


Gracias a lo emotivo de la situación, la noticia corrió como la pólvora, y arrancó una genuina "maratón solidaria". A Lucero comenzó a llegarle correspondencia y donativos que reblandecieron el corazón a más de uno:

Desde Cartagena, el propietario de Chocolates Cari, enviaba 100 pesetas y escribía:
Si vosotros habéis tenido que vender vuestros tebeos para salvar a Lucero, yo he tenido que vender chocolates para poder enviaros mi donativo.
Los niños Marco Antonio Villalonga Ferrer y Ernesto Ferrer Vilalta, de Barcelona, escribían en estos términos:
Enterados del trance de Lucero, hemos corrido a mirar nuestras huchas y os mandamos veinte pesetas para solucionar vuestros problemas.
El abogado vallisoletano don M. Hernández de León, en una graciosísima misiva, se expresa así:
Conozco de vuestros apuros para librar de la silla eléctrica a vuestro amigo el perro. Y puesto que apeláis al crédito, cosa que os negarán por eso de la estabilización, os incluyo 25 pesetas...
Doña Rosa López, de Valencia, remitió 60 pesetas; don Enrique Garriga, de Figueras, 25; doña Carolina Nonell, de Madrid, 25 pesetas más; Nievecita Pérez, de Badalona, remitiría 50 pesetas. También ofrecieron enviar dinero cuando conocieran exactamente la dirección: María Bonafont Ejarque de Barcelona; don Roberto Ordaz Aromi, también de Barcelona; don Jacinto de Rojas Ruiz, de Linares; doña María Monserrat, de Blanes (Girona)...

Finalmente tras mucho esfuerzo y ayudas, lograron reunir las 200 pesetas que costaba pagar la multa, gracias a donaciones de gente de todo el país. La gesta ejemplar, enterneció a la ciudad, y el Ayuntamiento concedió el indulto del animal. El barrio de Benalúa otorgó a su mascota casi automáticamente el título de "Perro predilecto del barrio".

Este maravilloso grupo de niños estaba compuesto por:
  • Toni Congost, alumno del "Colegio Menor José Antonio"
  • Los hermanos Félix y José Martín Campos, de las "Escuelas Salesianas"
  • Joaquín y Perico Sancho, del "Colegio San Rafael"
  • José Carlos Box, del Colegio "José Antonio"
  • José Antonio Máiquez, del "Grupo Escolar Generalísimo Franco"
  • Rafael y Matilde Llopis, de las "Escuelas Salesianas"
  • Paquita Ortuño, antigua alumna salesiana
  • Salvador Asensio, de "Maristas"
  • Paquita Asensio, de "Salesianas"
  • Luis Verdú, del Colegio "José Antonio"
Todos ellos eran hijos de empleados, militares, obreros, técnicos y funcionarios. El más pequeño tenía siete años, y el mayor catorce. El portavoz del grupo era un adulto, que les ayudó con todos los trámites: Rafael Llopis, un famoso árbitro de Primera División.

Cuando los pequeños recuperaron a su perrita, se preocuparon de su manutención, buscando alimento a diario para ella, lavándola y aseándola, encontrando los mejores rincones para sus muy prolongadas siestas...
Con tanto mimo, Lucero se convirtió en dueña y señora del barrio, que convirtió en su territorio, impidiendo que cualquier otro perro vagabundo habitara cerca de sus dominios.


La siguiente preocupación fue garantizarle un lugar seguro y un hogar a Lucero. Como era el perro de todos, no podía irse a la casa de uno de los niños en exclusiva, por lo que se ideó el plan de conseguirle una caseta de madera. Se trataría de una residencia confortable y fija, que le evitara dormir cada día en un portal.

¿Y sabéis dónde solicitaron ubicarla los benaluenses? Pues cómo no, en pleno epicentro de Benalúa, en la placeta de Navarro Rodrigo, y más concretamente... a cubierto bajo la plataforma del Templete musical.
Tras publicar un resumen de su historia el día 20 de Agosto de 1959 el Diario Información, el día 21 volvía a tocar el tema, esta vez para anunciar que tras conocer la historia los miembros del Consejo de Ahorros de la Caja de Ahorros Infantil, perteneciente a la Caja de Ahorros del Sureste de España, donde Lucero había invertido sus ahorros, sería esta institución la que sufragara los gastos de construcción e instalación de la caseta para Lucero junto al Templete Musical de la Plaza Navarro Rodrigo, siempre y cuando se obtuviera la necesaria autorización municipal.El proyecto se encargaría a un técnico de la construcción y se llevaría a cabo rápidamente.


El gran periodista Fernando Gil Sánchez, en Agosto de 1959, hablaba así en el Diario Información:
Estamos seguros de que Lucero tendrá en breve su cabañita lo suficientemente amplia por si algún día llega la cigüeña. Y para que cuantos lleguen a Benalúa sepan que los niños de este barrio tratan con especial cuidado y amor incluso a los perros vagabundos, su ejemplo pasará a la historia breve de los días con perfiles de deliciosa y dulce proyección, tan enaltecedora para Alicante. ¿No habrán conseguido los niños de Benalúa, además de todo lo dicho, dar un firme y definitivo paso para reorganizar en la capital la Sociedad Protectora de Animales y Plantas? Su ejemplo está ahí, y resuena en todo el continente.
Poco después, conocedor de la noticia de que la Caja del Sureste pagaría la caseta, diría:
Esto nos hace recordar que en Collodí, donde hace unos meses murió el creador de Pinocho, ha sido erigido un monumento al mundialmente famoso personaje narigudo, y que esta misma semana en Tarragona, ha sido inaugurado un parque dedicado a "Maginet de la caña", el famosísimo "niño" radiofónico. Si Collodí y Tarragona han hecho eso en honor a dos figuras absolutamente imaginarias, ¿no es posible proyectar lo que actualmente sucede en torno a Lucero hacia la creación de un parque infantil precisamente en un barrio cuyos niños han dado tan loables motivos de amor al prójimo? Hace unos meses - este es otro ejemplo - fueron plantados doscientos árboles en una docena de calles benaluenses. Todos han brotado, todos están pujantes. Los niños fueron y son los primeros en respetarlos. El gesto de los niños de Benalúa merece la atención de una urgente decisión municipal, que sería recibida allí como un impacto psicológico de alto interés. Lucero y su casita son el primer paso para el parque infantil.

Aquí es donde se acaba la historia, al menos es hasta donde hemos tenido conocimiento. No sabemos qué sucedió con aquellos niños, ni si siguen viviendo en el barrio, si recordarán aquella historia o tendrán fotografías... ¿qué sería de Lucero? Ojalá algún día conozcamos esta historia en primera mano.
Esperamos que os haya gustado.

Fuente:
Diario Información 1959

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20 comentarios:

Elkiko dijo...

Preciosa pero triste historia, como casi todo lo que rodea a los animales domésticos corrientes, ya que al sobrevivirles en la mayor parte de los casos, pasamos por el amargo trance de perderlos. Y perder a un ser querido es muy fuerte. Me trae al recuerdo dos cosas, la película La banda de los 8 (más o menos de la época de este relato) y por otra parte al único perro que he tenido. Y lo tuve a regañadientes, porque por una serie de circunstancias personales mías y ajenas, tuve que pasar de no tener ningún animal (bueno, dos canarios de pequeño), a tener casi 10 (una perra y 9 gatos), con el consiguente transtorno de la vida, de los sentimientos y de la economía (sí, tener un animal es complicado y caro por la comida, la limpieza, se ponen enfermos y las medicinas suelen ser caras, etc...). La perra ya no está (em mayo hará dos años que nos dejó) y curiosamente me acuerdo más ahora que al principio de su desaparición. Aún quedan 5 gatos (que no los tengo yo, se los quedó la otra parte) a los que visito de vez en cuando y que me reciben con mucha alegría (hay una que casi habla, jejeje).

Unknown dijo...

Bonica història: camaraderia del grup d´amics, solidaritat de la gent d´aleshores, morro de l´Ajuntament... (mira que demanar 200 pts!!! menys mal que el van indultar). També és curiós l´estil dels periodistes i el llenguatge peculiar que empraven: "...Y para que cuantos lleguen a Benalúa sepan que los niños de este barrio tratan con especial cuidado y amor incluso a los perros vagabundos, su ejemplo pasará a la historia breve de los días con perfiles de deliciosa y dulce proyección, tan enaltecedora para Alicante..." Boníssim...

Pd. L´empresa "El Lucero de Levante" (C/ Los Doscientos), té alguna cosa a veure??? Investigueu, investigueu.

Elkiko dijo...

No sé si tindra que vore algo eixa casa, però si que és veritat que l'eidifici en sí, és molt curiós, per la forma d'accedir a les vivendes, perquè té una cornisa que pega la volta a la façana amb l'anagrama de l'empresa i per unes gelosies que hi ha i que jo vaig batejar com a "modelo test sicotécnico de Benalúa (o algo així). A banda de que als anys 80-90 se va botar foc el negoci i casi ho conten els habitants.

Armando Parodi dijo...

Los gemelos Félix ("Felisuco" para los amigos) y José Martín Campos Ruiz son primos-hermanos de mi madre. Vivían entonces en Pardo Gimeno, creo que en el nº 17, una casa ya entonces antigua, a dos puertas de la esquina con la Plaza Navarro Rodrigo, y efectivamente tenían la casa llena de cómics, los que dicho sea de paso llegué a disfrutar, ya que parte de mi infancia está ligada a la "Placeta", pues mis abuelos maternos vivían en la esquina de Foglietti con Arquitecto Guardiola.

Hace tiempo que no sé nada de ellos. Me parece que no viven en el barrio, pero José Martín, hasta hace al menos unos años, tenía una Administración de Fincas en un bajo de la calle Pérez Medina.

Creo tener un vago recuerdo de "Lucero", aunque no puedo estar seguro de que fuera ese perro, ya que era muy pequeño entonces (nací en abril del 59). En todo caso, es una historia enternecedora.

Rubén Bodewig dijo...

A mí la historia me enterneció... me gustaría mucho que alguno de los protagonistas (que es muy posible que estén vivos y por aquí...) o sus hijos buscara su nombre en internet y diera con nosotros. ¡Seguro que les encanta leer esto!

La verdad es que estas cosas sería más difícil que pasaran hoy, con un ambiente tan urbano e individual... pero bueno, no sería imposible. Lo que pasa es que entonces Benalúa era como un pueblecito, y tenía un ambiente muy familiar.

Lo de Lucero de Levante es una idea que a tenor de las conexiones que tienen todas las cosas por aquí, podría pasar... acabas de abrir una nueva teoría Carles!! jejejej

Rubén Bodewig dijo...

Armando, qué bueno!! Acabo de preguntarle a mi madre a ver si sabía del administrador que comentas... y... Vamos a ir a hablar con él!! Ella les conoce por administrar una comunidad de vecinos que conocemos, y no sólamente eso... estudió con uno de los dos hermanos el Magisterio, aunque luego se dedicó a económicas!! Gracias por la pista!!! Qué pasada!

Rubén Bodewig dijo...

Elkiko, a mí nunca me dejaron tener animales en casa. Mi hermano tuvo una vez un canario, abrió la jaula y se puso a revolotear por toda la casa hast que encontró una ventana y se marchó... Yo siempre quise (y quiero) tener un perro... y algún día lo haré! jejej Aunque como dices, la pena de sobrevivirles debe ser muy dura, pero los años que compartes jugando y recibiendo su cariño deben ser también muy reconfortantes.

Mi historia con los animales también es un tanto peculiar: una vez "tuve" un gorrión salvaje. Resulta que llegué al cole (iba a parvulitos de 5 años en San Nicolás de Bari) temprano, y no había aún nadie en el patio. Mientras esperaba, vi un pajarito que se había quedado en una esquina. Saltaba y saltaba pero no llegaba a remontar el vuelo. No sé qué le pasaba... Yo nunca había tocado un pájaro, pero me atreví a cogerlo y me puse a hablar con él. Me miraba con cara de miedo, le latía el corazón que se le iba a salir... y corrí a llevarlo a José Luis el conserje, que era uno de los hombres más buenos y cariñosos que jamás he conocido. Él creo que se conmovió más por mí que por el pájaro cuando le conté toda mi aventura con pelos y señales y le pedí que lo curara. Se lo quedó y me aseguró que así lo haría. Después, lo soltó en un jardincito que había a modo de patio interior junto a la sala de profesores. Al pajarito lo llamé Saltimbanqui, porque era un nombre que me había gustado mucho después de leerlo en un libro y era muy divertido.
Cada día, además de mi almuerzo, le recordaba a mi madre que tenía que llevar el de mi pájaro, que seguramente ya habría remontado el vuelo y estaría en cualquier lugar...
Durante todo aquél curso, en los recreos iba a ver al conserje, y dejábamos un montoncito de maíz duro, pan rallado o cosas parecidas en el alféizar de una ventana del patio. Yo estaba convencido de que mi pájaro siempre volvía a comer lo que yo le dejaba, y mi conserje así me lo decía. Es un recuerdo muy bonito de mi infancia, y tu comentario me lo ha refrescado.
¿Sabéis? Escribí una carta al Información (al suplemento de La Tiza, el de los niños) para contar mi historia y la publicaron. Ya la buscaré...
Me hice muy amigo de mi conserje. Durante años le fui a visitar a contarle mis inventos y mis historias y él me escuchaba atentamente. Incluso cuando crecí, y cambié de colegio, pasaba a saludarle...

Rubén Bodewig dijo...

Ah, y también tuve tres peces (unas carpas naranjas) que me regalaron una vez en una pecera bola de cristal. La relación fue muy bonita hasta que un día les compré una pecera más grande, y para estrenarla, no se me ocurrió otra cosa que darles un homenaje y en lugar de agua del grifo, ponerles agua mineral. Pobrecillos, empezaron a flotar y no duraron ni un día... De eso también me acuerdo... qué tragedia!

Ernesto Martín Martínez dijo...

Madre mía, esta historia parece escrita por E. Zola. Todavía tengo los pelos de punta por la ternura que va desprendiendo a medida que la lees. Gran labor de investigación, Rubén!

Rubén Bodewig dijo...

Bueno, tuve que limpiarla de polvo y paja, porque en el original constantemente se exaltaban los valores cristianos y de amor al prójimo de los niños, su cumplimiento de los mandamientos...

Juan J. Amores dijo...

Puuuuuf....
Hacía tiempo que no me acordaba de Troti, un yorkshire que tuve antes de mi perra chucha de ahora. Lo llamaba "yonki" en lugar de "yorki", porque tenía el pelo blanco y alborotado.
Estuvo más de 1 año con una hernia en el intestino; para hacer sus necesidades, yo tenía que apretar hacia dentro el bulto que tenía al final de barriga. Al final, tras más de 10 años de amor y amistad a mi familia, tuve que sacrificarlo.
Pero lo hice a su lado. Cuando le pusieron la inyección, yo lo sujetaba.
Sé que es irrisorio; más aún, con la gente que tiene familiares en hospitales o postrados en una cama. Hablar de pena por un "animal" suena casi ridículo. Pero lo que se llega a sentir por un animal doméstico es muy muy fuerte.
Sólo deséo ahora que mi nueva perra, "Minnie", dure muchos años y mi hijo no la vea sufrir con 7 u 8 años. Ojalá cuando su vida se acabe, Adrián tenga 14 o 15 años de edad y esté más pendiente en "meter" que en su perra.
Un abrazo y felicidades por el artículo.
¡¡Sois geniales!!

Anónimo dijo...

Uyyy!! si esa cuenta sigue activa y se dejaron una peseta o alguna pequeña cantidad, con los años ha tenido que generar muuuchos intereses!!! ¿Os imagináis?

Ernesto Martín Martínez dijo...

La leyenda dice que esa cuenta está en el bolsillo derecho de Don Liberato, justo en su cripta!!!! Bua, deberíamos inventarnos una leyenda de estas ya!

Juan J. Amores dijo...

¡Menuda vidorra se está pegando ahora el colega con el dinero en el Cielo!
Con tanto dinero, seguro que Don Liberato es el puto amo del Paraíso: ha montado un Spa y presenta un Reality Show junto a Teresa de Calcuta.
La verdad es que yo preferiría estar en el infierno, gastándomelo en golfas, alcohol y comida basura...
Pero bueno, nadie es perfecto.
(Lo sé... comentario eliminado por incorrección política. Pero... ¿a que os habéis reído?

Rubén Bodewig dijo...

Dicen que prytz donó todos sus bienes del chalet para la causa, y que para custodiar la cuenta y tener cerca a los dueños, la cam puso su sede en benalúa. Don Liberato les requisó un día a los niños la cartilla, y se la llevó a la tumba. Desde entonces, hay gente que ha excavado túneles por todo el barrio tratando de llegar a la cripta. Como pasaron debajo del colegio, lo debilitaron y acabaron demoliéndolo. Parece ser que Alperi escuchó que podría haber una pista debajo del ficus, y por eso quería arrancarlo de cuajo.
El parking de catedrático soler sólo fue una excusa para abrir camino... (ahí os lo dejo, que alguien continúe la historia)

Elkiko dijo...

Pues Juanjo: fuiste muy valiente, yo no pude estar a su lado al final, aunque no estuvo sola. El viaje de vuelta en autobús desde Mutxamel (allí está el veterinario), fué desastroso, los tres llorando sin parar. En fin...

Elkiko dijo...

Ah, pues pnesando, pensano...igual los muros de los juzgados (véase el anterior artículo), no los quitaron y aprovechando todas esas galerías, los han dejado retráctiles y por las noches los suben (como si fuera un telón, pero al revés) para cerrar las instalaciones...Por cierto: esta gente del blog de Benalúa, me recuerda a cierto país expansionista e imperialista ¿cuál será?...Benalúa ya llega HASTA LA CALLE SAN FERNANDOOOO!!!! (sede social de la CAM), jejejee

Ernesto Martín Martínez dijo...

No, no, Rubén habla de la CAM benaluense en Óscar Esplá. No nos des ideas!!!!! jajajaaj

Alfredo dijo...

Como dice Elkiko la historia es similar a la de la pelicula "La Banda de los 8" que tiene Rubén en VHS y aun no me ha devuelto junto al resto de VHS que le dejé ejem ejem.......

Juan J. Amores dijo...

jajajajajaja....
¡La leche!
Vaya puñalada.....
Quizá Rubén no se ha dado por aludido

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