Aquél barrio primorosamente diseñado, con sus coquetas casitas, todas iguales, su gran plaza, sus altos árboles... era orgullo de los alicantinos, y ejemplo a imitar en los barrios venideros.
Era el destino de los chalets de las familias adineradas, lugar de llegada del primer tranvía de la ciudad, y centro neurálgico de la nueva burguesía intelectual de la ciudad.
En sus calles se podía respirar aire puro, limpio y fresco, proviniente del cercano mar, que quedaba a tan sólo unos cientos de metros de la Gran Vía del Catedrático Soler, y sus olas rompían en la playa junto a las vías del tren.

Benalúa tenía un vínculo especial con el mar: no era un barrio marinero, pero sí era un barrio que miraba al mar, que lo contemplaba cada día como telón de fondo de sus calles, y que le regalaba el murmullo de las olas, la visita de las gaviotas, y las tardes de pesca y paseos por la arena de sus habitantes.

Luego vino el desarrollo industrial y portuario, y hubo un día en que tuvo que despedirse del mar. Llegaron camiones, demoliciones de las casitas que se levantaron junto al mar, movimientos de tierras, naves industriales... y la playa desapareció, junto al murmullo del mar, que fue robado para siempre.

Esta sensación desoladora, la contaba de un modo muy especial y profundo, un lector que se hizo llamar "Añorante", en una carta al Diario Información, el 26 de Abril de 1981. Sus ojos habían visto un barrio que desaparecía a paso galopante, siendo sustituido por altos edificios, asfalto y coches... un barrio que extrañaba a más no poder.
Estas son sus palabras, acompañadas por una preciosa foto inédita del barrio (en la que aparece hasta un carro tirado por un caballo), y lo más triste de todo, es que hoy pueden aplicarse exactamente, y si cabe, de un modo más dramático.

Benalúa se aleja del mar

Hombres con acento de tierra adentro demolieron viviendas entrañables y sus escombros aplastaron sin piedad las aguas, antes azules, del mar benaluense.

Así se convirtió la antigua playa, llamada de Babel, en triste páramo y el mar, ya lejos, de recuerdo quedó para los viejos. También éstos se fueron tras recibir parco dinero de manos negociantes que hundieron a golpe de piqueta las hermosas moradas que hicieron tiempo atrás seres felices. Ahora sólo quedan altas casas sin humano calor y grandes ruidos, polvo y maldiciones del continuo construir con ambiciones.

Ya desapareció el ampuloso y apacible patio donde el padre trabaja felizmente mientras el niño juega entre los pinos de la tranquila calle. Ya no entra el sol ni luz en las viviendas lóbregas y oscuras que ahora nos construyen. Dos familias habitaban cada inmueble, ahora son diez que ni siquiera se hablan, sólo el saludo... y gracias.

Añorante

Gracias añorante, donde quiera que estés, tu mensaje se ha recuperado 26 años después, y sigue transmitiendo una gran emoción a la hora de ver cómo este barrio va dilapidando años de historia.

Me permito añadir una canción para acompañar estos pensamientos (Barrio - La Caja de Pandora):

Y me envuelve la nostalgia, por los años que he pasado
Al abrigo de mi barrio, no perdona el calendario
Y recuerdo con cariño, aquellas nieves que cayeron
Y a los niños sorprendidos
El aroma de esos días, en la mente de un chiquillo

Y me envuelve la nostalgia, por los años que he pasado
Al abrigo de mi barrio, se han guardado en el armario
Y en mi pecho hay un suspiro, al saber que todo aquello

Se ha quedado en olvido, se ha perdido en la memoria
En la mente del chiquillo

Cuantas veces he jugado en los columpios de mi barrio
Cuantas veces me he sentado en esos bancos...

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