Siendo como era, abogado de profesión, Pérez Medina fue el que hubo de luchar con las mil y una dificultades inherentes a su misión: permisos, formalización de contratos, escrituras, pleitos, y un largo etcétera. Recordemos que en julio de 1883, Francisco Pérez Medina, apoderado del marqués de Benalúa, remitió una instancia a la corporación consistorial en la que pedía la correspondiente autorización, para edificar un barrio nuevo, de trazado higiénico, en nombre de la sociedad «Los diez amigos», actuando como secretario.

Como Jurídico de la sociedad, además de los contratos, se encargó de aclarar consultas y siempre se sacrificaba para la buena marcha de la Sociedad. No escatimaba en medios para resolver favorablemente las dificultades que los procesos naturales solían provocar en obras de la magnitud de la construcción de un barrio para mil personas en aquellos tiempos.
Posteriormente se encargó de difundir y publicitar las viviendas para que la gente las conociera.

Hombre de fácil palabra y orador emotivo, fue aclamado con unas sentidas palabras en el discurso que pronunció al descubrirse la lápida conmemorativa de la creación del Barrio. La Sociedad le otorgó un diploma y le dedicó una calle reconociendo su esfuerzo y compromiso con la empresa.

En 1886, al renovarse estatutariamente la Directiva de "Los Diez", no quiso seguir ostentando la Secretaría, si bien en 1889, probablemente accediendo a los desos del Marqués, fue Presidente.