La estación en llamas (III): Las imágenes de La Verdad

lunes, 21 de abril de 2008



Arde, arde, llamea, chispea en árboles de luz.
Se derrumba, crepita. Incendio. Incendio.
Y mi alma baila herida de virutas de fuego.
¿Quién llama? ¿Qué silencio poblado de ecos?
Hora de la nostalgia, hora de la alegría, hora de la soledad,
hora mía entre todas
(Pablo Neruda)

El diario La Verdad publicó mucho material del último incendio de la Estación de Benalúa, y la batería de imágenes que tenemos es tan grande como triste y desesperanzada. Por ello, al igual que en el anterior especial, he elegido acompañar este artículo con palabras e imágenes de otros., así que empezaremos por el vídeo que nos mostró el Diario Información, y que a partir de hoy incluimos en la filmoteca benaluense:





Las sorprendentes imágenes de La Verdad muestran a los bomberos tratando de sofocar el incidio provocado por los habitantes de la Estación de Benalúa. Recordemos que uno de los bomberos resultó herido al realizar su trabajo.

Abro la puerta.
Descubro que no hay nadie
fuera ni dentro.
(Luis Alberto de Cuenca)








En qué piensas en esos tres minutos en que te vence ese silencio
y queda suspendida la vida social, la alegría y los chistes,
la máscara y la risa de los bares y de los restaurantes
y te mtes allí, y coincides allí con un desconocido
que te dice
"bienvenido a la oscuridad".
(Manuel Vilas, Resurrección)

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1 comentarios:

Rubén Bodewig dijo...

cuando leí "Fahrenheit 451" comprendí que el desprecio al esfuerzo de la cultura, al aprendizaje, y la vida supuestamente cómoda podrían conducir a un futuro en el que no se valorara la imaginación, la creatividad... y donde el trabajo de los escritores de siglos sería pasto de las llamas sin ningún problema.

Esta ciudad nos conduce a algo parecido con la historia y el patrimonio. Da igual lo que costara a los alicantinos del Siglo XIX abrir una línea ferroviaria que vertebrara el sur de la provincia, da igual que se tratara de embellecer la ciudad con edificios hermosos.

Todo aquello arderá en las llamas o caerá bajo la piqueta, que al fin y al cabo, es lo mismo, puesto que la ciudad acomodada, mientras pueda ver el fútbol en su sillón, no moverá ni un dedo por salvar la historia.

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